¿ERA NECESARIO TOY STORY 4?

Pixar está a pocos días de dar uno de los pasos más atrevidos a lo largo de su historia. Falta menos para el estreno de Toy Story 4, las aventuras del vaquero y el guardián espacial que hacen lo inimaginable para lograr sus cometidos y hacernos pasar un momento muy grato, están de vuelta para robarnos risas y lágrimas una vez más.

La empresa cinematográfica ha decidido aventurarse al puro estilo de Woody y Buzz Lightyear, para traernos una cuarta cinta. Un movimiento sorpresivo para toda la audiencia cuya infancia nació en la primer película, y años más tarde esa misma etapa fue pulverizada por la trágica tercera parte, que suponía ser “la última” entrega de la pandilla de los juguetes de Andy.

Pero al estar dentro de una dinámica comercial en la que aparentemente el producto debe apelar forzosamente a la nostalgia de sus clientes, como se ha visto en una amplia cantidad de películas clásicas llevadas a Live Action; o en las que una saga de tres películas se extiende al doble para generar más ingresos, era de esperarse que Toy Story se convirtiera en una de las jugadas maestras de la industria.

Al decir ello no estoy condenando, menospreciando, ni mucho menos atacando la realización del filme, no obstante, considero necesario poner bajo tela de juicio creaciones llenas de significado como Toy Story, sobre todo, no dejarse llevar por la emoción y detenerse a preguntar: ¿Era necesaria una cuarta película?

Retomando la sustancia de cada película, Toy Story fue lanzada en 1995, con ella iniciaba la increíble aventura de unos juguetes cuya misión era estar ahí para cuando Andy quisiera pasar un rato de diversión. La primera idea es hermosa, y es algo que mencionan los autores, “un juguete es como el primer amigo para un niño”.

De ahí deriva gran parte de la magia de esta obra, el infante, en pleno crecimiento, es capaz de otorgarle atributos humanos a cosas inanimadas, así como puede maldecir un objeto y patearlo porque le estorba, también se le facilita brindarle cualidades a un juguete, y sin duda es un sueño que Pixar llevó a escena.

Más allá de eso, la primera entrega también pone en pantalla una situación notable: el conflicto de Woody al ser suplantado por Buzz como el juguete sensación, a partir de ahí se desata el celo del vaquero por recuperar el lugar que le fue despojado, tal es el caso de un hermano mayor, quién pierde muchos privilegios por la llegada del recién nacido, una cuestión que cualquier miembro de la familia que observó la cinta puede causarle identificación.

Finalmente Woody y Buzz regresan a casa, el guardián acepta no estar hecho para defender la galaxia, toma por destino formar parte de la familia de los juguetes de Andy para generarle horas de diversión con ayuda de su nuevo amigo, el comisario.

Cuatro años después sale a la luz la segunda película, en esta ocasión, los juguetes se topan con una fuerte realidad: cuando ya cumplieron su cometido, o el tiempo de funcionalidad caducó, se ven orillados a convertirse en basura, o en un regalo, idea que atormenta a Woody durante toda la película.

La confusión del vaquero alcanza la cumbre tras conocer a Jessy, Tiro al Blanco y al Oloroso Pit, quienes le muestran a Woody lo que puede llegar a convertirse si abandona su ancestral misión de ser el juguete de Andy.

A partir de aquí ya existe algo de crudeza en la historia, enseñanzas duras de asimilar, como el aceptar que con el paso de tiempo, la magia que caracteriza a un niño se va consumiendo, y junto con ella los deseos de darle vida a un juguete, no fue el caso de Andy, pero sí el de los antiguos dueños de Jessy la Vaquerita, quien nos abre un poco el telón para enseñarnos lo dura que puede ser la realidad.

2010 es el año en el cual Toy Story da un giro, o tal vez fue el paso de los años lo que cambió la perspectiva de los que fueron niños en la década de los 90, y cuando fue lanzada la tercera película, gran parte de ellos alcanzaba la mayoría de edad.

Aquél pasar de los años se convirtió en el arma de mayor alcance para los creadores de la tercera película, puesto que no repararon en ningún momento en tomar nuestro corazón y exprimirle hasta la última fibra de tristeza. Toy Story 3 es una oda a la nostalgia por excelencia, enternecedora, trágica, llena de suspenso y sobre todo lágrimas.

El impacto generado y el apoteósico éxito logrado, se debe a la forma de culminar con el vínculo de los juguetes de Andy con su dueño, quien emprende una nueva aventura a la universidad, y por lo tanto, jugar con Woody, Buzz, Rex, Jessy, Tiro Al Blanco, los Señores Cara de Papa, Slinky y Hamm, ya no es de absoluto interés. Termina el ciclo, y en cierto modo, cumplen su cometido.

De pronto aparece la sorpresa, junto con el anuncio de Los Increíbles 2, también se advierte sobre una cuarta entrega de Toy Story, y tras la expectativa, comienzan a surgir las justificaciones.

El productor de Toy Story 4, Jonas Rivera, argumentó que la historia “siempre ha girado sobre Woody y Toy Story 3 era el final de Andy y él. Y la pregunta era ¿Qué sucede si tienes otra oportunidad? Porque Woody consigue otra oportunidad”.

Desde esa óptica, podríamos pensar en que el ciclo de Woody y sus amigos se repetirá, con la diferencia de que ahora deben encargarse de su nueva dueña, pero a ellos se agrega el arma secreta para cobrarle un “nuevo sentido” a la cinta que está por estrenarse.

La inclusión de la nueva versión de Bo Peep, y un nuevo juguete llamado Forky, quienes se encargarán de envolver a Woody nuevamente en una crisis existencial de “ser, o no ser”. De acuerdo con el director, Josh Cooley, el objetivo era “que esta reunión con ella fuera tan poderosa que mereciera una Toy Story 4”.

Pero en realidad todo esto ya se había visto en las primeras entregas, Woody cae en crisis por su encuentro con Jessy, la que tuvo una segunda oportunidad con una familia, el papel de Forky es el del juguete que no quiere afrontar su realidad, es algo que Buzz encaró en la primera entrega ¿Qué hay de nuevo entonces?

Para levantar más sospechas, Toy Story 4 atravesó ajustes importantes, cambios de guionistas importantes como Rashida Jones y Will McComarck, y también uno de los bastiones fundamentales, John Lasseter, quien fungía como codirector, bajas sensibles que podrían reflejarse en pantalla.

Toy Story 4 se estrenará el 21 de junio, todos estamos a la expectativa de sentirnos como niños otra vez, admirar la astucia de Woody y Buzz, reír a carcajadas con los puntuales y sarcásticos comentarios de Hamm o las ocurrencias de Rex y Cara de Papa, emocionarnos con las acrobacias de Jessy y Tiro al Blanco. O tal vez nos toque sentir la nostalgia arrollarnos una escena tras otra, peor aún ¿Cantaremos una vez más Yo Soy Tu Amigo Fiel?