SELVA TRÁGICA: EL MISTICISMO RECLAMA CORDURA

El quinto filme de la directora mexicana Yulene Olaizola, Selva Trágica, conjuga la leyenda maya de la Xtabay y la experiencia de los trabajadores del chicle en las selvas del sureste mexicano durante los años veinte del siglo pasado. Paralela a una revolución centralista en el país, la historia deja ver un cruce muy simbólico entre dos idiomas colonizadores (español e inglés) y uno nativo (maya).

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La película fue rodada en distintas locaciones en un tramo de 400 km de la selva maya en el sureste mexicano, cerca de la frontera con Belice. El rodaje de 7 semanas tuvo una preparación previa con cursos para estar saber cómo lidiar con los peligros de la flora y fauna del lugar, además, la valiosa cinefotógrafa colombiana Sofía Oggioni, aportó experiencia previa sobre rodar en lugares selváticos.

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Foto: Facebook Selva Trágica
La condición humana ante la leyenda y el extractivismo

Los árboles se desangran. De su tronco robusto lleno de cortes profundos, escurre una sangre blanca y espesa, los árboles sangran como una premonición, tal vez, a la sangre roja de los hombres que reclamará la selva.

En un tramo de la selva maya cerca de la frontera de México y Honduras británicas (hoy Belice), se entrecruzan dos polos de la recién iniciada industria chiclera, por un lado, Agnes – interpretada por Indira Andrewin- , una joven mujer de Honduras británicas que se niega a contraer matrimonio con un hombre inglés, acostumbrado a su privilegio de clase/raza y al peso de su palabra sobre las personas; por otro lado un grupo de hombres de distintas regiones de México adentrados en el corazón de la selva por órdenes de su patrón para extraer chicle.

Agnes escapa del hombre inglés, pero se encuentra con el grupo de hombres que la mantiene cautiva por considerarla primero doctora y luego una especie de amuleto, la leyenda Maya Xtabay encarnada en esa mujer inglesa, como la llaman ellos. Nadie se atreve a tocarla al principio, aunque mueran por hacerlo, además no pueden comunicarse con ella, porque algunos solo hablan castellano o maya.

Los árboles se desangran. De su tronco robusto lleno de cortes profundos, escurre una sangre blanca y espesa, los árboles sangran como una premonición, tal vez, a la sangre roja de los hombres que reclamará la selva.

En un tramo de la selva maya cerca de la frontera de México y Honduras británicas (hoy Belice), se entrecruzan dos polos de la recién iniciada industria chiclera, por un lado, Agnes – interpretada por Indira Andrewin- , una joven mujer de Honduras británicas que se niega a contraer matrimonio con un hombre inglés, acostumbrado a su privilegio de clase/raza y al peso de su palabra sobre las personas; por otro lado un grupo de hombres de distintas regiones de México adentrados en el corazón de la selva por órdenes de su patrón para extraer chicle.

Agnes escapa del hombre inglés, pero se encuentra con el grupo de hombres que la mantiene cautiva por considerarla primero doctora y luego una especie de amuleto, la leyenda Maya Xtabay encarnada en esa mujer inglesa, como la llaman ellos. Nadie se atreve a tocarla al principio, aunque mueran por hacerlo, además no pueden comunicarse con ella, porque algunos solo hablan castellano o maya.

La historia gira en torno a múltiples supervivencias: primero al personaje sensorial e hipnótico que resulta la selva, asimismo, se ve mermada la cordura y el deseo ante Agnes, la Xtabay que emana sensualidad y perdición (según la versión de Antonio Mediz Bolio) y finalmente se tiene que sobrevivir a la decisión arriesgada de subvertir órdenes de aquello que podría parecer lo más simbólico para su andar, aunque invisible y ausente: el patrón.

A pesar de rostros conocidos como el de Lázaro Gabino Rodríguez y Eligio Menéndez, cabe mencionar que los personajes cumplen un rol narrativo similar entre sí, la cámara circula equitativamente en todxs, dando peso a la experiencia sensorial de vivir la selva en colectivo, a través de un impacto íntimo de surrealidad y peligro latente.

La voz en off que narra fragmentos de la leyenda en maya es la de uno de los personajes. Y resulta muy notorio y gratificante que, a pesar de ser la persona más sensible del grupo, se percibe que las profecías no necesitan el entendimiento de sus protagonistas, pues bien dice la leyenda: Jamás volvió nadie que a la Xtabay hubo seguido. Y todos los que la vieron la siguieron. ¿En dónde están, que no vuelven?

A pesar de que Agnes no tiene la oportunidad de elegir un rumbo dentro de la selva, parece ser la única que abrazó la alucinación y la magia del lugar sin miedo, pues logra y permite que la leyenda encarne en ella y lo usa a su favor. Aun así, es importante mencionar que la leyenda de la Xtabay, por su condición de tradición oral viva, tiene distintas acepciones, para conocer más al respecto se puede leer el artículo de Lydiette Carrión, La trama previa.

Finalmente se puede observar un hecho evidente y desafortunado en los peones con múltiples opresiones, peleando una guerra que no es suya, ni les beneficia en absoluto, el chicle no les pertenece a pesar de poner el cuerpo para obtenerlo. Además, tan cerca de las vecinas haciendas henequeneras, se vulneraban aún más las oportunidades de preservar las formas de vida en la región ante la constante presión de un falso progreso de los estados-nación, Abya Yala estaba en plena lucha, lucha que sigue vigente y en resistencia.

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Primero el lugar y luego la historia

Yulene afirma en distintas entrevistas que sus películas surgen de una locación específica en la que ella le gustaría filmar, generalmente en un ambiente opuesto al citadino, pues afirma que el reto de rodar en condiciones ajenas a la urbanidad de la rutina diaria, vulneran al guion y se puede permitir un diálogo con el ecosistema para lograr cambios orgánicos en la historia.

Lo anterior se puede percibir en su filmografía previa: Paraísos artificiales (2011) desarrolla en un poblado casi inhóspito de Veracruz la historia de Luisa, una joven adicta a la heroína que vive su periodo de abstinencia en medio de la vegetación de la montaña. Por otro lado, Fogo (2012), es un documental que sigue de cerca y respeta el ritmo de la isla Fogo en Canadá, en la que viven apenas un puñado de personas que se rehúsan a abandonar su hogar, a pesar de la falta de recursos. Finalmente, Epitafio (2015) – en codirección con Rubén Imaz- parece ser un cimiento previo para Selva trágica (2021), pues ambas son películas de época, sin embargo, Epitafio nos remonta 500 años atrás, a los inicios de la conquista española, en una expedición del español Diego de Ordaz y su gente para ascender al Popocatépetl, de esta manera, Yulene comienza su indagación -que recuerda a Herzog- sobre la vulnerabilidad de la especie humana ante un ecosistema que no cede su condición salvaje e impredecible.

Selva trágica en el mundo

La película se estrenó el año pasado en la Bienal de Venecia, el festival de cine más antiguo del mundo, nominada en la sección Orizzonti, en la que Claire Denis era parte del jurado – una de las directoras favoritas de Yulene-. Asimismo, estuvo en la Selección latinoamericana del Festival de Mar de Plata en Argentina. Se puede ver en línea un Q&A con la directora.